Esta historia empieza por el final, o por el intermedio, ya que no sé qué escenarios recorrerá.
La madre de una mujer tenía un anillo de oro con una piedra engarzada en él, de color rosa, rectangular y enganchada al aro por los cuatro ángulos. Siempre le cautivó.
Al unirse la hija por segunda vez, entendió la madre la ilusión que podía hacerle recibir el anillo en vida, no después de su muerte. Y así, lo colocó en una cajita de regalo en forma de capullo de rosa para regalárselo. Al abrirlo, sus ojos se iluminaron como los ojos de una dama que tomara belladona, las pupilas dilatadas y el corazón latiendo. Se casó con él y una pulsera de aventurinas verdes en la otra mano, dudosa combinación.
Desconocía las venturas que le traería el anillo pues intentó llevarlo en cada ocasión especial, sobre todo en aquellas en las que necesitaba fuerza y convicción para hacer algo que deseaba.
Así, recuerda cuando lo depositó en un altar toda una noche, junto con otros objetos preciosos pertenecientes a las más misteriosas mujeres que se habían reunido en una casa de campo para hacer un ritual del cuerpo.
Así, recuerda como lo llevó por primera vez cuando hizo el amor con un creyente de hadas. Pasó que empezó a brillar con cada embestida de sus caderas y a quemar en sus dedos, tanto que entonces fue cuando se percató de que era lo único que llevaba. Estaba a punto de fundirse con la piel de sus manos y al retirarlo saltó una chispa que le quemó el corazón.
Toda la pasión, todo el brillo de las estrellas que había esa noche en la habitación entró en el anillo y desde entonces reluce como nunca, cargado como si hubiera estado siete días y siete noches a la luz del sol y de la luna, como se cargan las piedras inmortales.
Bueno, acabo de descubrir por el comentario que te he dejado en tu entrada de las espectaculares caderas de la supuestamente espectacular bailarina total ya para lo que le faltaba la podías haber sacado entera ¡uf! casi no acabo, que sigues con la censura previa a los humildes comentaristas que visitamos tu casa.
ResponderEliminarCoñas aparte, ya te he comentado como creo que se soluciona
¡Ah! no te quejes que al menos tu puedes hablar en plural respecto a las visitas.
Por cierto, si no quieres quedar mal con tus fans y seguidores, debes subir una entrada semanal, como mínimo.
¿que menos?
Me alegra ver que has retomado el blog.... y con una historia.
Ahora, si quieres, te daré mi opinión de lector sobre lo que escribas.
Como no me vas a contestar ya, me arriesgo
En una primera lectura es un comienzo interesante rodeado de misterio y magia con una pizca de.... ¿sensualidad? (que no llega ni de lejos a un relato de Marqueze)(Ja).
Lo tengo que releer varias veces para encontrar.....la otra historia
Es pronto, todavía, pero deduzco que te gustan las gemas o estás próxima a ellas.
Supongo que lo sabes, pero en la mitología griega, la Amatista se consideraba un antídoto para la embriaguez.
Me gusta el vínculo que has establecido entre el objeto y su dueña.
Espero impaciente leer como continúa
No te hagas de rogar
H. Chinaski