En estos días de intervalos muertos entre el trabajo y las clases, hora y media no da para mucho, poco tiempo para quedar con nadie a tomar una cerveza y demasiado para hacer un simple recado. Así pues, es tan fácil buscar un rincón para retomar otra vez esa lectura de un libro que al llegar a casa por la noche es imposible de leer.
El libro al que acompaño humildemente para que me ilumine se titula BAILANDO SOBRE LA TUMBA de Nigel Barley. Anteriormente disfrute de forma inusual con otro de los suyos, EL ANTROPÓLOGO INOCENTE. Simplemente, genial. Irónico y divertido.
Inteligente también esta lectura que va de las reacciones humanas ante la muerte, desde el punto de vista exótico, como el libro anterior, donde las tribus salvajes y no tan salvajes, muestran el lado humano, cómico, hipócrita, misterioso y mágico de todo lo que rodea al “estirar la pata”.
Sobre la muerte:
Relato de la tribu de los dobu de Melanesia.
Sinebomatu, la mujer del viento del noreste, fue a bañarse con su nieta. La abuela se fue río abajo, hacia el mar. Mudó de piel y se deshizo de la vieja. Regresó al interior, al lugar donde estaba su nieta. Su nieta gimió y gritó:
- Mi abuela es una anciana. Tú no eres ella.
Ella respondió:
- No. Yo soy tu abuela.
- Mientes. Tú eres otra mujer. Mi abuela es una anciana.
- Estás lloriqueando. He traído mi piel. Si no hubieses gimoteado y hubiésemos vuelto a la aldea podrías haber cambiado tu piel arrugada al llegar a vieja.
La serpiente, el lagarto monitor, el cangrejo y la langosta se comieron cada uno una parte de su piel. Ellos mudan de piel y viven eternamente. Nosotros morimos.
Relato de los nupe de Nigeria:
Dios instauró la muerte porque los hombres empezaron a cargar con troncos, a guardar luto y a realizar funerales en su honor. Como muchos padres desde entonces, que le dan una bofetada a un crío que llora, Dios les dio la muerte para que tuvieran un motivo para llorar.
Este es un texto con giros pero de un sarcasmo importante para reflejar las hipocresías de los testamentos, redactado por Edward Wortley, que murió en 1776 con 72 años, célebre por su ironía y que dejó el siguiente testamento:
“… No lego a su señoría más propiedades mías porque ya se las ha ingeniado para hacerse con la mayor parte de ellas, Idem, a sir Francis – le lego una de mis palabras, porque él nunca ha tenido la buena fortuna de mantener una de las suyas. IdeM a lord M; no le lego nada porque sé que lo dará a los pobres. Idem a ___, el autor, por incluirme en uno de sus viajes, le lego cinco chelines por su ingenio, sin que me arredre el reproche de derrochar, pues amigos que han leido su libro piensan que cinco chelines es demasiado. Idem, a sir Robert W__ le lego mis opiniones políticas, sin dudar jamás que quien siempre ha encontrado tan excelente mercado para trocar las suyas podrá convertirlas en metálico. Idem, mi desechado hábito de jurar se lo lego a sir Leopold D__, considerando que ningún juramento ha sido capaza de hacer mella en él hasta la fecha.”
De Otra tribu, los betsileo, cuenta un relato sobre unas parejas que habían tenido unos niños:
“…uno de aquellos niños murió. Hubo sollozos y lamentaciones y la gente protestó ante Dios. Dios envió a su hijo para que averiguase qué había sucedido. El muchacho bajó a la tierra y sintió mucha lástima por aquella pobre gente. Regresó al cielo y le pidió permiso a su padre para resucitar a la criatura muerta. Después volvió a la tierra. Sin embargo, aquellos viajes habían durado mucho tiempo, y a su llegada se encontró a la gente bailando y cantando, habiendo olvidado ya a sus muertos. Se indignó y regresó junto a su padre. “Ya no están tristes y se están divirtiendo”, les dijo. ¿Qué sentido tiene devolver la vida a los muertos?”. Desde entonces mueren los hombres (Dubois, 1938)
La Muerte, la gran señora
ResponderEliminarNinguna tan temida y tan deseada a la vez.
Si consigues una cita con ella, no jugará contigo, no admitirá coqueteos ni sutilezas.
Te puede arropar y hacerte creer que es tu amiga, tu tabla de salvación. O puede mostrar su cara más cruel y arrebatarte lo que más quieres.
La Muerte, ¿que es la muerte?
El instante en que se apaga la luz antes de descansar.
Besos fúnebres
Hay tantas muertes...que sin duda lo mejor es llegar a ella en buenos terminos cualquiera que sea su origen y final.
ResponderEliminarUn biko.
si hay un hecho que nos iguala a todos es la muerte...
ResponderEliminarTienes una cajita con regalos para ti
ResponderEliminarRecógela cuando quieras
Besos
Se me olvidó decir que la tienes el mi blog
ResponderEliminarSupongo que la muerte tiene tanto sentido como la vida, o el mismo, o quizás algo más, o algo menos, no sé, quizás no tenga ninguno, pero tampoco lo tiene la vida ¿O sí?... Como dice el epitafio de G. Marx, "perdone que no me levante, señora...", a veces hay muertos con mucha más vida que los vivos que nos cruzamos cada día.
ResponderEliminarBesos.
En primer lugar gracias por la visita a mi esquina.
ResponderEliminarMe gusta la música y las palabras y aquí hay muchas y buenas. Ya pasaré por aquí a disfrutarlas.
Para meditar…
“Dios les dio la muerte para que tuvieran un motivo para llorar”.