12/4/10

Va por ti, Mario.

En casa no se podía pronunciar el nombre de “Mario” de ninguna de las maneras.



Recuerdo que a los 7 años cuando todas las niñas tenían su “Nenuco” particular mi padre montó el cólera cuando me oyó decirle “ahora vamos a bañarte, Mario….”.


También los ojos se le salían de sus órbitas cuando se enteró que el tutor de 8º de EGB se llamaba Mario, muy guapo por cierto, con un aire a lo Bruce Lee que me volvía loca y encima poeta.


Vecinos que durante los veinte años que vivimos en la misma barriada se llamaban así y eso era suficiente para retirarles el saludo.


El misterio.


Mi madre sólo acertaba a bajar la cabeza y decir: - es que a tu padre no le gusta este nombre….!!






Hasta los 30 años no conocí a mi padrino. Se llamaba Mario. Viví todos esos años con una pena muy grande porque pensaba que no tenía uno como los otros niños, no tenía buenos regalos al llegar mi cumpleaños, ni pastel el Día de la Mona, el que te traen los padrinos aquí en Catalunya, en fin… que disgusto no tener un padrino que se hiciera cargo de una servidora si mis padres faltaban. Eso en los 70 marcaba mucho a una pequeña hija de emigrantes, ni familia cerca ni padrinos.






Cuando murió mi padre por el año 95 se sucedieron un montón de viajes por parte de mi señora madre a la ciudad donde nací. Antes de eso sólo podíamos permitirnos un viaje al año, que era realizado indiscutiblemente por el cabeza de familia para ir a la Semana Santa de su pueblo y al que – quisiera o no- tenía que acompañarle yo, yo era la única que iba con él y con el séquito de pueblerinos rancios. Los viajes en autocar hasta llegar al pueblo eran horrorrosos con 4 erres.






Bien, en uno de los retornos de mi  madre, me confesó que había visto a mi madrina, otra señora a la que no había conocido nunca, que era la mujer de mi padrino (¡!), encima eran una pareja que tenían mucho dinero, que no habían tenido hijos, que hasta el año y medio habían estado loquitos conmigo, que no me faltaba de nada con ellos, me compraban los mejores modelitos de ropa de la barriada andaluza, si me ponía enferma me llevaban al médico de pago, ni oir hablar de “la iguala” , me llevaban a la Feria subida a su caballo, trasnochaban en los bares donde se fumaba, se bebía y se cantaba flamenco, con su niñita encima de las piernas, palmeando como una más. Y mientras la otra familia, ….trabajando y cuidando del resto de los hijos.


Ese recuerdo me vino como de golpe, tenía cuatro padres en vez de dos, la niña más querida y protegida. Hasta que una noche se acabó. Eso no me lo contó mi madre, sólo contó que la pareja de padrinos me trajeron muy tarde una noche y encima se envalentonaron sin excursarse con el retraso. Mi padre cortó la amistad y ya semanas más tarde nos vinimos para Barcelona.


Así pues se despejó una incógnita pero quedaron más. Me quedó saber si el verdadero motivo de la marcha de mis padres dejando su casita baja encalada fue por mi culpa, o más bien culpa de mis rizos de oro. Me quedó saber si realmente......,eso. Me quedó saber… El caso es que pasé toda la vida, no sin padrinos, sinó sin respuestas que es peor, los malditos silencios de la época posterior a la muerte de Franco eran todos sospechosos.


Y así hasta los 30. Un día, muerto mi padre, vinieron los padrinos a Barcelona, los iba a conocer por primera vez desde que tenía uso de razón. Los días previos al encuentro imaginaba una pareja tipo actores de cine, ella como Ava Gadner o Grace Kelly, y él como….cualquier galán me valía, tipo George Clonney actual. Más que un reencuentro me imaginaba un flechazo, mi madre me había contado tantas cosas bonitas que el momento tenía que estar tocado de una magia especial, un ambiente glamuroso y mucho, mucho cariño. Incluso, para qué negarlo, pensaba en una herencia, en una merecida ayudita que me vendría bien después de los sinsabores que me dio la vida.


Y así fue, como el sueño hizo plof. A veces los misterios y los secretos están mejor guardados, recubiertos de una capita de polvo de estrellas que los hace infinitos y mágicos.


El encuentro fue burdo, abstracto, desfasado, no sentí nada, sólo vi dos ancianos, prepotentes incluso diría yo, ella vasta, un poco hortera, con los labios pintados de rojo y el pelo negro azabache, sin hacer las paces con sus arrugas, brillos y brillos… brillos baratos, gestos de verdulera, sin un abrazo de madre para mi. Él, piel morena, curtido, voz grave, pelo canoso pero amarilleando, un reloj de oro y ojos vidriosos, la mirada….lasciva y el aliento, alcohol puro. Sin un abrazo de padre para mi.


Pero bien sabe Dios, que me sigue gustando este nombre: Mario.










Nota: texto escrito de corrido, a raíz de tu entrada Mario. Encantada de conocerte y espero que tu estancia no sea tan breve como la de mi padrino.

9 comentarios:

  1. Gracias por este relato, texto, explicación.
    Me ha gustado el impulso, las ganas de contarlo, cómo lo has hecho, cómo has recubierto de literaturiedad mi nombre.
    Además la historia que nos muestras da para mucho, eh.

    Eso sí, me alegro te guste, de lo contrario...

    Gracias, otra vez, de verdad.

    Nos leemos.

    Un abrazo, agradecido.

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  2. Luego me arrepentí por si pudiera ofender con esta impetuosidad mia. Pero esa soy yo.

    Y además, que carajo!! es una historia real que me apetecia contar. Por cierto, los pobres viejitos murieron y ni fotos, ni poemas ni dinero. Sólo el recuerdo.

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  3. Qué historia! Cuánta razón tenés que muchas veces es mejor enterrar algunos recuerdos con ese halo de misterio! Un recuerdo que transmite cierto dolor, pero lo contaste de una manera preciosa.

    BESOTES Y BUENA SEMANA!!

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  4. Buena historia, Shinta. Ciertamente son más bellos los recuerdos de lo que nunca ha pasado que las realidades.

    (Por cierto, la próxima vez que cambies la dirección del blog, avisa, que uno anda mayor para jugar al escondite)

    Besos

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  5. Gracias por visitarme Shinta!!


    BESOTES!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  6. Gracias a ti por ser tan afectuoso.

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  7. La verdad es que a veces los recuerdos son mucho mejor que la realidad.
    Gracias por visitar mi playa, te espero por allí cuando quieras volver.

    Un besazo.

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  8. La verdad es que me he quedado enganchada leyendo esta historia. Me ha parecido una manera de contar tan sincera y tan cercana.
    Encantada de saber de ti.
    Un abrazo fuerte

    PD: si vives en Catalunya, quizá podrías venirte a nuestro encuentro anual de poesía que celebramos en Lleida el 8 de mayo. Si quieres más información, ya me dirás.

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  9. Ana, Gracias, sinceramente.
    Las cosas más sencillas y que salen del corazón directamente por las manos "sin pasar por la casilla" de la mente, son las que más hacen subir las cejas, verdad?

    otro abrazo

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